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La casa de Jean-Jacques Rousseau en Ginebra (Suiza):

«El derecho de la esclavitud es nulo, no solo porque es ilegítimo, sino porque es absurdo y no significa nada. Estas palabras, esclavitud y derecho, son contradictorias.» «El derecho de conquista, no siendo ningún derecho, no ha podido fundar ningún otro.»
Jean-Jacques Rousseau – El Contrato Social - 1762





Jean-Jacques Rousseau, nacido en 1712 en Ginebra y fallecido en 1778 en Ermenonville condenó la esclavitud en su esencia y el principio mismo de la servidumbre que hace de un hombre un objeto, desprovisto de todo derecho y de toda personalidad jurídica.

Tal condena del principio mismo de la esclavitud constituye una innovación mayor en la historia de la humanidad. De hecho, nadie desde la Edad Antigua había pronunciado nunca, limitándose a exigir de los maestros un trato humano, suave y moderado, de sus esclavos, cuya legitimidad de su servidumbre estaba justificada durante mucho tiempo por estos autores. Después de su muerte, su cuerpo fue enviado al Panteón de París en 1794.

Historia:

Jean-Jacques Rousseau conoce un gran éxito con la novela epistolar Julia o la Nueva Eloísa (1761), una de las más grandes tiradas del siglo XVIII. En el ámbito filosófico, diversas obras inscriben por mucho tiempo a Rousseau en el mundo del pensamiento: el Discurso sobre las ciencias y las artes (1750), el Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres (1755) y El contrato social (1762).
La filosofía política de Rousseau se crea en torno a la idea de que el hombre es naturalmente bueno y que la sociedad lo corrompe. Por «naturalmente bueno», Rousseau entiende que el ser humano por naturaleza tiene pocos deseos, de manera que es más salvaje que cruel. Son las interacciones con los demás individuos los que vuelven a los seres humanos «crueles» y llevan al aumento de las desigualdades. Para encontrar una bondad natural, el hombre debe recurrir al artificio del contrato social y ser gobernado por leyes que resultan de la voluntad general expresada por el pueblo. Para Rousseau, la voluntad general no es universal, es propia de un Estado, de un cuerpo político particular. Es el primero en conceder la soberanía al pueblo. Por esta razón, se puede decir que es uno de los pensadores de la democracia, aunque sea favorable a lo que él llama la aristocracia electiva o el gobierno temperado.

Retrato de Jean-Jacques de Rousseau.

Para él, los sistemas políticos basados en la interdependencia económica y en el interés llevan a la desigualdad, al egoísmo y finalmente a la sociedad burguesa (un término que fue uno de los primeros en emplear).

La filosofía política de Rousseau ejerce una influencia considerable durante el periodo revolucionario en el que su libro El contrato social es «redescubierto». A más largo plazo, Rousseau marca el movimiento republicano francés, así como la filosofía alemana.

Su rechazo a la esclavitud se basa en una concepción vigorosa de la igualdad entre los hombres en el seno de una misma sociedad al igual que entre los pueblos. De entrada, se ubica desde el punto de vista de los principios del derecho natural y de la filosofía política. Por esta razón, no entra en la lógica del debate contemporáneo de la denuncia de los horrores de la esclavitud y del comercio de esclavos, por aquel entonces muy desarrollada por otros, sino que se ubica a nivel del derecho humano que es independiente de las circunstancias de lugares y tiempo.

Manuscrito de Jean-Jacques Rousseau

Ahí está precisamente la ruptura radical introducida en la historia de las relaciones humanas por la Ilustración. En este terreno Rousseau es quien formuló en los términos más fuertes, más radicales, de importancia universal, la exclusión del derecho de las personas de cualquier forma de esclavitud.

No añadió una diatriba suplementaria a la lista por entonces ya larga de textos que describían con un realismo a veces difícil de soportar, los horrores de la esclavitud. Siguiendo fiel a su proceso intelectual, Rousseau llevó la condena a un nivel teórico jamás alcanzado. Su rechazo a la esclavitud es de alcance general: en cualquier tiempo y en cualquier lugar nunca es legítimo, aunque hubiera sido legal respecto al derecho positivo de tal o cual sociedad en un momento dado de la historia.