Casa natal de Victor Hugo en Besançon (Doubs)
«Un solo esclavo en la tierra es suficiente para deshonrar la libertad de todos los hombres. Además, la abolición de la esclavitud es, en este momento, el objetivo supremo de los pensadores.»
Victor Hugo, carta a Octave Giraud, 17 de enero de 1862
Casa Victor Hugo © Jean-Charles Sexe / Ciudad de Besançon
Victor Hugo nació el 26 de febrero de 1802 en Besançon, donde su padre militar estaba en guarnición. Es en esta casa histórica donde la ciudad de Besançon ha organizado desde 2013 un recorrido a través de las diferentes luchas de Victor Hugo: por la libertad de expresión, por la enseñanza gratuita obligatoria, por los derechos de las mujeres, contra la pena de muerte, contra la miseria, y naturalmente contra la esclavitud.
Historia:
Unos meses después del nacimiento de Victor Hugo en Besançon, Toussaint Louverture desterrado al fuerte de Joux pasó por delante de su casa natal, pero la familia Hugo ya había partido a Marsella. El encuentro entre «el hijo sublime» y el «Napoleón negro» no fue más que topográfico, de tal modo que nunca conoció a su abuelo materno Jean-François Trébuchet (1731-1783), navegante incansable fallecido en el mar después de haber realizado más de veinte travesías entre Nantes y las Antillas, aunque sin haber practicado nunca el comercio triangular. Léopold Hugo, el padre de Victor, publica en enero de 1818 una Memoria sobre los medios de compensar el comercio de negros con individuos libres, y de una manera que garantice para el futuro la seguridad de los colonos y la dependencia de las colonias. Todo esto permite quizá comprender por qué la primera novela de Victor Hugo, Bug-Jargal, improvisada antes de sus dieciocho años y publicada por primera vez en la primavera de 1820, trata contra todo pronóstico de la revuelta de los esclavos de Santo Domingo (actualmente Haití) en agosto de 1791. Bug-Jargal, líder fascinante de hombres inspirado por Toussaint Louverture, coge el mando de esta revuelta. El que cuenta el relato, Delmar en una primera versión, Léopold d’Auverney en la versión definitiva, es el sobrino francés de un colono, impregnado de los valores de 1789, admirador y también amigo de Bug-Jargal, esclavo de su tío. La historia, compleja y tan poco maniquea que permite todas las interpretaciones, termina mal.
Victor Hugo, Bug Jargal, edición original de 1826
Tres años después de la abolición de la esclavitud en las colonias francesas decretada por Victor Schœlcher, un abolicionista americano de Boston, Maria Weston Chapman, implora la ayuda de Victor Hugo. Este último le responde con una carta con fecha del 12 de mayo de 1851, que es su primera intervención directa sobre esta cuestión: «¡Qué! ¡la esclavitud tiene la condición de ley en esta ilustre nación […]! ¡la esclavitud en Estados Unidos! Es deber de esta gran república no dar durante más tiempo este mal ejemplo.»
Exiliado por Louis Napoleón Bonaparte al mismo tiempo y a menudo junto a Victor Schœlcher, Victor Hugo adopta a partir de ahora su lucha. Utiliza todos los recursos disponibles: cartas («¡Esclavitud y república! ¡Qué horribles contrasentidos!»), poemas («¡Ah! la esclavitud de frente abyecta, de ojos oblicuos, /Duelo por las monarquías, es deshonra para las repúblicas»), e incluso dibujos, el más conocido sigue siendo «El Ahorcado», homenaje a John Brown. John Brown, abolicionista blanco americano, había decidido usar métodos radicales contra los propietarios de esclavos. Arrestado durante un golpe por la fuerza sangriento, fue condenado a ser ahorcado en público el 2 de diciembre de 1859. Victor Hugo que militaba desde hacía 30 años contra la pena de muerte, interviene a su favor con una carta conmovedora «A los Estados Unidos de América». Esta anuncia, ni más ni menos la guerra de Secesión, y termina con una fórmula destinada a quedar grabada en las memorias: «Sí, que América lo sepa y lo piense, hay algo más aterrador que Caín matando a Abel, es Washington matando a Spartacus.» Victor Hugo remueve cielo y tierra para difundir esta llamada y será de hecho el único europeo que participe verdaderamente en este debate que desencadena las pasiones al otro lado del Atlántico; pero su carta llega demasiado tarde. Siente una fuerte decepción, y se encuentra más decidido que nunca a continuar la lucha («Acabemos con la esclavitud»). Va incluso, por primera vez en su vida, a aceptar la difusión mediante la grabación y vender uno de sus dibujos más espectaculares, «El Ahorcado», para «mantener presente en las almas el recuerdo de este liberador de nuestros hermanos negros, de este heroico mártir John Brown, muerto por Cristo y como Cristo» (10 de enero de 1860).
Victor Hugo, John Brown, edición de 1861, dibujo de Victor Hugo grabado por H. Voland. © JMH, col. JMH
A partir de este momento interviene regularmente, publicando en el diario Le Progrès de Puerto Príncipe una defensa de «esta humanidad negra oprimida y desconocida durante tanto tiempo», indicando al criollo guadalupeño Octave Giraud, que le había pedido consejo, el plan, el tema (la esclavitud) y el título (El hombre negro) de un libro para escribir: «¡Qué tema! Hasta ahora, solo el hombre blanco ha hablado. El hombre blanco, es el maestro. Ha llegado el momento de dar la palabra al esclavo. El hombre blanco, es el verdugo; ha llegado el momento de escuchar al paciente.» Después de la abolición decretada en Estados Unidos, él continua su lucha por España, donde la monarquía acababa de desplomarse. Le exige escoger la República, y asumir todas las consecuencias: «Esta excluye arriba la monarquía y abajo la esclavitud. / Tener esclavos, es merecer ser esclavo.»
El 18 de mayo de 1879, Victor Hugo preside junto con su viejo amigo Victor Schœlcher un gran banquete conmemorativo de la abolición de la esclavitud. Empieza por disculpas, lo que demuestra que ha conservado el sentido de las proporciones: «Yo presido, es decir, yo obedezco. El verdadero presidente de una reunión como esta, un día como este, sería el hombre que tuvo el inmenso honor de tomar la palabra en nombre de la raza humana blanca para decir a la raza negra: Tú eres libre. Este hombre, ustedes lo llaman todos, señores, es Schœlcher. Si yo estoy en este lugar, es él quien lo ha querido. Yo lo he obedecido.» Un año antes de su muerte, en marzo de 1884, tuvo aún tiempo de proclamar la abolición de la esclavitud en la provincia de Ceará (Fortaleza). Aprovecha para pasar de la provincia al país, después del país al mundo: «Brasil le ha dado a la esclavitud un golpe decisivo. […] Antes del final de siglo, la esclavitud habrá desaparecido de la Tierra.»
Era un poco optimista, pero no escatimó esfuerzos para llegar a este objetivo. Su lucha contra la esclavitud efectivamente ha sido más tardía y menos sistemática que su lucha contra la pena de muerte, pero Victor Hugo ha sido un gran abolicionista en ambos sentidos del término.